Juancho, el santo mulato. Un jerezano olvidado
Hoy tenemos el gusto de presentaros «Juancho, el santo mulato. Un jerezano olvidado«.
Un artículo cedido por D. José Márquez Franco, quien fuera Presidente de la Junta de Cofradías, pregonero de nuestra Semana Santa, Caballero Cofrade en 2011, Cruz de Guía de la Cofradía del Señor Ecce Homo en 2013… y además, la persona que dió nombre a esta web: Semanasantajerezana.com
Muchas gracias Pepe.
De vez en cuando, las personas que acostumbramos a guardar papeles encontramos, para nuestra sorpresa, alguna información que habíamos echado en el olvido. Rebuscando en el fondo de los cajones me apareció la fotocopia de un artículo escrito por el Conde de Canilleros sobre un personaje jerezano olvidado o ignorado para la historia local. Desgraciadamente no guardo referencia alguna sobre la revista en la que fue publicado.
Don Miguel Muñoz de San Pedro, Conde de Canilleros y de San Miguel, será siempre recordado en Jerez de los Caballeros como la persona que en el año 1968 demostró en una conferencia pronunciada en el Salón de Actos del entonces Instituto Laboral, el indiscutible nacimiento del Adelantado Hernando de Soto en Jerez den los Caballeros con una aportación documental que saldó una vieja disputa.
El señor Conde tenía especial predilección por nuestra ciudad a la que le ligaban lazos de familia[i]. Por eso no es de extrañar que dedicara su valioso tiempo de investigador en sacar a la luz esta historia que ahora transcribo.
“En Jerez de los Caballeros, la bella ciudad extremeña en cuyas torres reverbera al sol la policromía de la cerámica, vino al mundo en 1520 un muchacho que se llamó Juan Vázquez de la Parra. Cuarenta y un años antes, en 1579, había nacido en Lima ese mulatito maravilloso que hoy está en los altares con el nombre de San Martín de Porres y en el corazón de millones de devotos con el apodo entrañable de “Fray Escoba”.
Por esos juegos de apellidos tan frecuentes entonces, los de Juan no los usaban sus progenitores, ya que era hijo legítimo de Simón García Cordero y Ana García.
Simón, hombre de mucha ciencia y poca hacienda, pasó con su familia a Méjico para desempeñar el cargo de ministro del Santo Oficio con el que luego fue al Perú, a Lima. Aquí murieron pronto los padres dejando solo y en la miseria a su hijo único quien, triste y enfermo, se encontraba en el cementerio del Convento del Rosario una tarde de los últimos meses de 1634, cuando se le acercó un humilde dominico, un mulato llamado fray Martín de Porres[ii].
Desde aquel instante, Juan Vázquez de la Parra se vería envuelto por el torbellino glorioso de la santidad ya que fray Martín, compadecido de él, lo instaló en su propia celda con el deseo de ocupar el puesto de su padre difunto.
Es curioso, y poco conocido de los que no ahondaron en la vida del santo, este desfile del paternal amor que le uniría hasta más allá de la muerte con el muchacho jerezano al que quiso como a un hijo y al que siempre llamó Juancho.
Juancho, aturdido, deslumbrado, fue testigo de los más grandes prodigios. Los resplandores celestiales que iluminaban la celda, las curaciones milagrosas, las siembras crecidas en pocos días, y las fuerzas de la naturaleza desatadas en los seísmos y obedientes a la voz de Fray Martín, fueron entre otros muchos sucesos sobrenaturales, motivos de su asombro.
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[i] El título de Conde de Canilleros fue otorgado por el rey Carlos III, en 1693, a don Pedro de Porres, Maraver y Silva, Regidor Perpetuo de Jerez de los Caballeros y Caballero de la Orden de Santiago.
[ii] San Martín de Porres Velázquez (Lima, Virreinato del Perú. 1579-1639), dominico. Hijo de Juan de Porres, Caballero de la Orden de Alcántara, y de Ana Velázquez, una negra hora nacida en Panamá. Fue canonizado por el papa Juan XXIII.