Gran Amor y Esperanza Macarena
Gran Amor y Esperanza Macarena.
Semana Santa de noche, Semana Santa de día, que llena las calles de gente, de pasión y de alegría.
Reyes de la madrugá, reyes del amor y la esperanza. Benditos sean sus hermanos, que también son jerezanos y cofrades de verdad.
En mí llevo tu fragancia, desde que bajas la inmensa rampa hasta la recogida de mi madre, la esperanza.
Benditas sean las vísperas con el ejemplo que dan, al enseñarle a la ciudad como crece una hermandad.
Tu eres Reina de reyes. Llena eres de gracia, llena eres de vida, llena eres de magia, llena de luz que nos guía. Y eterna será tu belleza y muy leal tu nobleza, que sencilla, vuelve grandeza.
Terciopelos verdes llenan el barrio, ese “barrio alto” que cada año espera con muchas ganas e ilusión verte procesionar y que derrames esperanza.
Quitándome la guerrera, y dejando la trompeta atrás, cojo mi túnica macarena, mi cirio y salgo a andar. Ese paso ligero, casi sin tocar el suelo, buscando «un aliento más». Benditas sean las madres y el beso que siempre dan, cuando te marchas de casa, camino de tu hermandad.
Esa hermandad que llena las calles de partituras escritas de silencios y de pautas. Que arte tiene esa banda que “tras de ti”, toca para acunarte. Que arte tienen esos costaleros que te mecen casi sin rozar el viento. Hagamos como esa cuadrilla de costaleros, todos por igual, que con ese “reo de muerte” te levantan a pulso para llenar de aplausos y ovación tu andar en nuestra carrera oficial. Y con esa chicotá “bajo la luz de tu mirada”, nos envuelves de sentimientos a todos tus penitentes. Vamos a echarle casta, que lo que lleváis encima, son los sueños jerezanos heredados de familia.
Con el amor que solo los jerezanos saben derramar a borbotones, vamos de frente con la constante lucha de mantener nuestras tradiciones. No correr, que Jerez no entiende de prisa.
Bendito los terciopelos, bordados y sin bordar. Bendita las bambalinas y todas esas esquinas donde se quieren rozar buscando estrecheces de verde esperanza. Ese paso por la Calle El Campo, que nada más salir, se llena de pena y sufrimiento escuchando los suspiros de los costaleros cuando los kilos aplastan.
Que no hay alguna otra semana, otro pueblo con más gana, que el poder rezarte libre, conviviendo en hermandad. Venga de frente con ella, desde aquí hasta el final. Vamos a mostrarle al mundo entero, que este pueblo, es ejemplo de humanidad.
Llegó la madrugá a la plaza, y tu plaza siempre espera, para ver al moreno aparecer entre la niebla. Pero este año, esa noche en la plaza, no cabe más que la espera. No existirá más que el silencio y hasta este, apretará. Y es que os puedo asegurar, que por muy músico que sea, no se puede disfrutar más que viendo procesionar a tu hermandad.
En tantos años de historia, la misma luna en el cielo, tal vez las mismas estrellas, este sentir jerezano ha nacido de la espera. Todo depende de ti y, aun así, otra vez la primavera, se empeña en verte morir.
Macarenos sentenciados ya van muertos, una angustia que termina en esperanza en la eterna madrugada de los tiempos. Y como decía el gran maestro Serna, nos acordaremos de todos esos macarenos que ya no están y no pueden acompañarnos en nuestra estación de penitencia en la madrugada. Todos están con nuestros titulares.
Y sí que nos acompañan, con la candelería encendida en representación de sus almas.
«Gran Amor y Esperanza Macarena», es un artículo de Elena Chávez Bravo.