Vía Crucis, Lunes Santo 2020

Vía Crucis, Lunes Santo 2020.

Cada año llegando a este día me recorre un nerviosismo especial que me adormece los sentidos y solo piensas en que den las 10 de la noche para comenzar a recorrer las calles de nuestro Jerez bajo el sonido del arrastrar de las cadenas al son de dos timbales que abren camino.

Atrás quedan todos los preparativos, las convivencias de hermandad, de costaleros, de hermanos de orden, todo ese bullicio que da sentido al devenir de una Hermandad llegados los días de Semana Santa, ratos de limpieza, preparación de túnicas, orden, trasiego, empatías y alguna que otra discusión por pequeñas desavenencias, avatares sin importancia que ahora te das cuenta de su falta de sentido, cuando lo que importa es la fraternidad.

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Foto: Paqui Márquez Benavides

Todo esto este año ha quedado atrás sin recuerdo, sin vivencia, adormilado, para “otro año será”, se me encoge el alma en pensar lo que estamos viviendo, ¿qué ha pasado?… Nos toca vivir otra vivencia totalmente distinta, nos toca reinventarnos, buscar nuevas fórmulas para que la Semana Santa de 2020 aunque diferente nos vuelva a estremecer, a hacer sentir de nuevo nuestro gran espíritu cofrade, porque eso somos, cofrades, hermanos y cristianos de Fe.

Lunes Santo, cruces de madera sobre las fachadas del recorrido marcado para este año, de forma simbólica las iremos viendo en nuestro pensamiento, porque dadas las 10 de la noche saldremos a nuestros balcones y de alguna manera sentiremos el rozar de las cadenas penitentes que este año acariciarán golpeando nuestros corazones pensando en los enfermos que atraviesan por la crudeza de esta pandemia.

Suena la primera estación del Vía Crucis en el silencio de la noche oscura como un consuelo entre tanto sufrimiento, sentimos de cerca el aliento del Cristo de la Vera Cruz, al que en oración le pedimos que no nos abandone, que hoy más que nunca le acompañamos como cirineos de tantas cruces como transponen el mundo y rogamos por todos los que se han ido por esta maldita enfermedad, para que Jesús en su inmensa misericordia los acoja en su seno.

Y por eso hoy recuerdo todo lo que el Lunes Santo vivo, hoy que la penitencia la ponen los días, hoy que esa penitencia me la impide el momento. Recuerdo que el silencio también aviva, también grita, cuando el dolor delega lo físico en lo moral y nos hace a todos sin quererlo penitentes de este nuestro tiempo.

Seguimos leyendo las estaciones de este Vía Crucis especial, apoyados en la barandilla de nuestro balcón como único espacio de salida al mundo, donde este confinamiento da tregua a nuestro espíritu para mirar en nuestro interior y sentir la Fe como principal motor de nuestro ser.

Lunes Santo especial, sin roce de cadenas, sin antorchas alumbrando al afligido, un lunes de ausencia nazarena, pero para el recuerdo, no por el momento sino por la falta de lo que siempre nos mueve en esta noche, la muestra de un Jesús derrotado, de un Jesús herido, pero con corazón accesible, que perdona y ayuda siempre al que lo necesita.

Siente de nuevo cofrade, la vivencia de esta noche, ora con pasión el Vía Crucis, abre tu corazón cirineo al necesitado, acalla tu boca pedigüeña, acerca tus ojos al Cristo de la Vera Cruz que hoy te acompaña lejos de las calles de Jerez, pero más cerca que nunca junto a tu corazón destrozado. Sin andar también nos guía, sin procesionar, desde su capilla, en su infinita bondad nos enseña que el dolor es solo la llave santa de su santa puerta.

Toñi González y Luis Antonio Macías, hermanos penitentes.